Poco útil para el activismo, muy útil para la ciencia

El día de hoy recibí la noticia de parte de los organizadores del Primer Congreso Nacional de Mexicanos y Mexicanas LGTB que no fuí aceptada para participar, aún cuando yo pagaría todos mis gastos. Al menos estos organizadores tuvieron la decencia de informarme de su decisión, pues los de la ILGA jamás respondieron a mi solicitud para participar como voluntaria, igualmente pagando yo todos mis gastos.

Honestamente no entiendo qué motivos podrían tener estos grupos para no aceptarme en sus eventos. Me imagino que serán grupos «élite» a los que yo no pertenezco. SIn embargo, trístemente veo que mucho del activismo en México se maneja por medio de estas élites, dentro de las cuales sólo tienen cabida las mujeres transgénero que caminan en las marchas entaconadas y enseñando las tetas. Yo creo que esas mujeres son muy valientes y merecen todo mi respeto y admiración, pero no son la única expresión de lo que las mujeres transgénero somos.

Mi percepción de lo que debe ser el activismo moderno es muy parecido a lo que Richard Dawkins define, para el caso del ateismo, como una actitud militante. Así, yo defiendo un activismo militante con la visibilidad y la educación como sus mejores armas. Un activismo que, en términos del ajedrez, ya ha usado mucho a sus peones y ahora requiere de jugadas estratégicas que ocupen a sus alfiles, torres y caballos. Yo quiero un activismo que sepa sumar y no uno en donde se dedican a restar, incluso a personas como yo que tenemos mucho por ofrecer y sólo pedimos una oportunidad.

Pero bueno, poco o mucho el tiempo que he invertido hasta ahora en actividades activistas en Monterrey, al final poco impacto han causado. En la ciencia estamos acostumbrados a ser evaluados por nuestros pares y, en el caso del activismo, a «mis pares» no les soy de mucha utilidad. Así pues, oficialmente hoy me despido del activismo para dedicarme a lo que realmente debo prestar atención, que es la ciencia.

Y es que, afortunadamente, el esfuerzo de mis años como investigadora en México han rendido frutos y me encuentro en pleno proceso de consolidación. Mis verdaderos pares (los de la ciencia) están reconociendo mi esfuerzo. Así pues, creo que hoy más que nunca debo dedicarme de tiempo completo a lo que me gusta y en un área en donde me valoran.

En fín, supongo que todo sucede por alguna razón pues, aunque me hubieran aceptado para el Primer Congreso LGTB, yo no hubiera podido asistir pues cambiaron la fecha y ahora se traslapa con mi asistencia al Encuentro Nacional de Ciencias de la Computación. Allá estaré hablando del trabajo que hacemos en el laboratorio en lo que respecta a procesamiento de señales de actividad cerebral. ¡Definitivamente la ciencia es lo mio!