Siete cosas que posiblemente no saben de mi: #7

Finalmente termino la lista de siete cosas con una entrega especial que me tomó mucho tiempo pensar y decidirme a escribir, pues refleja cuestiones personales. Sin embargo, creo que es el comentario más significativo y digno cierre de esta lista:

#7 Me rehúso a inscribirme a la heteronormatividad

Poniéndolo en palabras simples, aún no se ve reflejado mi cambio de identidad en mis papeles oficiales. Existen dos componentes principales para ello: (1) me da mucha flojera hacer un trámite burocrático que no me es indispensable y (2) me rehúso a inscribirme a la heteronormatividad.

Recientemente, Nayarit se unió a la precaria lista de estados de la república que cuentan con una ley de identidad de género, a través de la cual la comunidad trans puede ver reflejada su real identidad en papelería oficial. Este tipo de leyes son muy importantes para la comunidad trans pues les otorga certidumbre legal, a través de la cual se facilita el acceso a derechos fundamentales: acceso a un empleo, servicios médicos, etcétera. Además, contar con documentos legales que reflejen la identidad de las personas proporciona seguridad, pues disminuye las posibilidades de ser víctima de un acto de discriminación.

Ahora, en el párrafo anterior, utilicé las frases semi-optimistas «facilita el acceso» y «disminuye las posibilidades», pues la ley de identidad ni garantiza el acceso a derechos ni erradica la discriminación. Nuestra sociedad está centrada en apariencias y prejuicios, por lo que no importa qué documentos portemos, mucha gente no tendrá empacho en discriminarnos en base a si somos indígenas, personas de color (no güero), si tenemos tatuajes, o si somos parte de la comunidad LGBTI. Así pues, a mi me da coraje el que tengamos que luchar para crear leyes que nos permitan acceder a un escenario que sólo nos brinda un poco de certidumbre jurídica, y eso a través de una suscripción al régimen heteronormado hombre-mujer. Además, dicho proceso burocrático involucra no sólo el cambio del acta de nacimiento, sino el ir de puerta en puerta en distintas oficinas para «rectificar» nuestra identidad ante cada una de las entidades sociales.

Yo personalmente estoy muy peleada con la burocracia, pero afortunadamente no me es indispensable enfrentar el cambio de identidad pues logré el desarrollo profesional y social deseado a través de instituciones que están abiertas a la diversidad, que valoran mis capacidades y que me respetan y apoyan. Ya no hablemos de mi identidad de género, ni siquiera he tenido la necesidad de «legalizar» mi título de doctorado en el extranjero (supongo que el haber realizado mis estudios en Estados Unidos me da certidumbre vía el malinchismo). Lamentablemente, mi caso está muy lejos de ser la norma, y por ello creo que deberíamos estar trabajando más en acciones que permitieran abatir la discriminación paralelamente con los trabajos en materia legal.

Hacia donde deberíamos estar trabajando entonces es hacia una sociedad que rompa la barrera del género. Ya en el siglo pasado se dió un paso muy importante hacia el reconocimiento de los derechos de la mujer, y en este siglo se sigue trabajando hacia la plena equidad en cuestión de género. Yo creo que el siguiente paso será superar esa barrera y pensar en ahora romper la barrera del cuerpo. Ya lo mencioné antes en una presentación durante el Campus Party 2016: ya estamos viviendo una era de apropiación del cuerpo, en donde las modificaciones corporales (piercings y tatuajes) se están desmitificando para transformarse en reales representaciones de la identidad de las personas. Además, los avances científicos están a punto de darnos la oportunidad de recuperar capacidades perdidas por accidentes, y no pasará mucho tiempo para que nos sirvan para extender nuestras capacidades humanas. Será entonces que habremos vencido la barrera del cuerpo, tras la cual (o de manera simultánea) venceremos la de la mente.

Así pues, tenemos mucho trabajo por delante y quiero creer que mi rebeldía pudiera ser un acto de resistencia civil hacia la heteronormatividad. Recientemente un amigo me dijo que él pensaba en mi como una persona que trasciende el género: creo que a eso deberíamos aspirar todos.