(Esta entrada reemplaza a la que originalmente se publicó en el 2016. Esta actualización ha sido principalmente en la parte gráfica. Última edición: 13-04-23).
Mi gusto por los tatuajes surgió mientras vivia en Chicago. Recuerdo el enorme impacto que causó en mi conocer a una chica con un hermoso tatuaje de un tigrillo que cubría todo su pecho. En aquellos tiempos se vivía un mayor prejuicio hacia las personas con tatuajes y, sin embargo, a mi me pareció hermoso y se lo hice saber. Ese instante me llevó a integrar a los tatuajes en mi concepción de la feminidad.
Así, mi proceso de generación de una identidad femenina siempre ha ido de la mano de los tatuajes. El primero que me hice fue en Chicago, y corresponde a un corazón adornado con unas alas tribales. Siempre me ha gustado ese tatuaje, aún cuando ahora se le denote como tramp stamp. De hecho, lo que no me gusta de ese tatuaje es que no lo veo o luzco muy seguido, debido a su ubicación. Fue por eso que por mucho tiempo estuve buscando hacerme algún tatuaje más visible. Fue así como llegaron los tatuajes de flores en la mano derecha, los cuales fueron inspirados por el de la artista María José. En mi caso las flores, en un estilo de tatuaje tradicional, tienen los colores rosa y azul que identifican a la comunidad transgénero.
Mi gusto por las flores, y específicamente por las rosas, tenía que quedar estampado en mi piel, pero requería además un lugar especial. Con el paso de los años los tatuajes han mejorado su reputación, además de que yo he crecido en la apropiación de mi cuerpo y de las decisiones de lo que hago con él. Fue así como decidí colocarlo en mi cuello, principalmente motivada por mi admiración a bellas modelos como Cervena Fox y Teya Salat.
Ya a estas alturas está por demás decir que pasé de ser una gustosa de los tatuajes a ser toda una coleccionista de ellos. Así, en mi colección no podía faltar la figura tradicional de la chica pin-up, y cuando se cruzó en mi vida la diosa Venus (la cual es representativa de la feminidad) simplemente me enamoré de ella y no pude resistir la tentación de agregarla a mi colección.
Casi un año después del tatuaje de la rosa, logré completar el resto de mi cuello. Y de verdad que fue un logro, pues el cuello es la zona en donde más me han dolido los tatuajes (si, los tatuajes duelen… todos ). Sin embargo, yo tengo alta tolerancia al dolor y, para la sorpresa de muchos, he sido capaz de mantenerme bien quieta durante el proceso de tatuarme el cuello. El diseño seleccionado fue uno de la artista Terry Fox el cual adquirí hace mucho tiempo en TattooFinder, y que modifiqué para que encajara en el espacio disponible y para que sus colores fueran representativos de la diversidad. Aquí les dejo una imagen que muestra el resultado inmediato, el cual está lejos de ser definitivo pues el tatuaje tiene que sanar y, en ese proceso, los colores bajan y (obviamente) la piel se desinflama y los moretones desaparecen
Espero esta breve reseña logre aclarar la duda permanente de algunos sobre el significado de mis tatuajes, aunque la respuesta rápida a esa pregunta es simplemente que «significa que me gustan los tatuajes». Igualmente, aprecio mucho a quienes me chulean mis tatuajes, y hago caso omiso a los comentarios negativos pues, al final de cuentas, los tatuajes que me he hecho son para darme gusto a mi y a nadie más. Así, les puedo decir que estoy muy feliz con la experiencia adquirida y los resultados.
(Imágenes dispuestas en orden cronológico del 2003 a la fecha)