Viaje a Alemania: introducción


He vuelto de mi viaje de Alemania y, tal como lo prometí, aquí estoy reportandome. Fue un viaje rápido pero muy productivo en el que muchas eventos se conjugaron para que pudiera aprovecharlo al máximo.

La visita fue parte de las actividades de un proyecto de investigación bajo la modalidad de cooperación bilateral. En mi caso, el proyecto es entre el Dr. Hubert Preissl del MEG Center en Tübingen, Alemania, y yo en el Cinvestav Monterrey. Ya en Febrero Hubert me visitó en Monterrey y ahora a mi me tocaba corresponder la visita. El próximo año, las visitas serán de estudiantes: un estudiante de Hubert realizará una estancia conmigo en Monterrey, mientras un alumno mio irá un mes a Tübingen. En todos los casos, las visitas son para realizar diversas actividades relacionadas con el proyecto de investigación en el que Hubert y yo colaboramos, el cual tiene como tema el análisis de señales magnéticas generadas por el feto humano.

Tübingen es un pueblo principalmente universitario. Se encuentra a unos 40 Km de Stuttgart, y está enclavado en una hermosa zona boscosa. El pueblo es muy tranquilo y las distracciones son pocas, lo que lo hace un lugar perfecto para cultivar el intelecto y apreciar el contacto con la naturaleza.

Para llegar a Tübingen, tuve que volar Monterrey-Atlanta-Stuttgart, para después tomar un autobús a Tübingen. Aunque fue un viaje largo, no tuve mayor problema ni eventualidades. De hecho, tuve mucha suerte pues, poco después de haber aterrizado en Stuttgart, el aeropuerto cerró para preparar el aterrizaje forzoso de un avión de una aerolínea local.

Durante mi visita, estuve hospedada en el hotel Venezia, el cual es operado enteramente por una pareja de atentos Alemanes. Aunque ellos no hablaban Inglés y yo no hablo Alemán, nos dimos a entender en una mezcla de Español-Inglés-Italiano. Habiendo salido de Monterrey un domingo por la mañana, acabé llegando a Tübingen el lunes por la mañana (esto por lo largo del vuelo y la pérdida de 7 horas en el cambio de horario). Entonces, el lunes me dediqué princialmente a pelearme con el «jet lag», para lo cual luche por mantenerme despierta todo el lunes e irme a dormir sólo hasta que se pusiera el sol en Tübingen y no cuando mi cuerpo lo solicitaba. Así, decidí irme a caminar por las calles de Tübingen pues, de cualquier forma mi trabajo no comenzaría hasta el día siguiente. La táctica me resultó, por lo que el martes amanecí lista para trabajar… bueno, casi lista, pues amanecí con un terrible dolor de cabeza. Eso se solucionó diciendole a mi hospedero en el desayuno «mala testa», lo que él entendió a la perfección para traerme unas aspirinas.

Así pues comenzó mi trabajo académico en Tübingen, de lo cual platicaré en mi siguiente entrada a este blog.