Del lunes al viernes estuve todo el tiempo ocupada trabajando en mi proyecto de colaboración, el mini-congreso y diversas reuniones con colaboradores. Normalmente terminabamos el día con una cena apacible, cada noche en un lugar distinto y con comida distinta. Asi pues, durante mi viaje pude disfrutar no sólo de comida típica Alemana, sino también Italiana, China e Hindú.
El sábado tuve el día libre, por lo que decidí salirme a conocer muy bien Tübingen y hacer unas compras. En mi lista de compras, hasta arriba estaba un reloj cucú. Afortunadamente mi viaje también coincidió con el inicio del festival de Octubre en toda Alemania, además de que en Tübingen ese fin de semana se instaló un mercado Provenzal. Con ello, las calles del centro de Tübingen fueron cerradas para ser ocupadas por puestos que vendían quesos, panes, vinos, embutidos, mermeladas, verduras, flores, etcetera. Si a esto le agregamos que Tübingen está lleno de cafés y pequeñas cervecerías, entonces el resultado fue una maravillosa fiesta al más fiel estilo Europeo. Así pues, el sábado me la pasé todo el día en la calle turisteando y disfrutando del ambiente.
Mercado Provenzal – Rio Neckar
El domingo Hubert pasó por mi y me llevó a conocer Stuttgart. Esta ciudad fue punto clave durante la segunda guerra mundial, por lo que multiples intentos de tomar el control de su estanción de trenes hizo que la ciudad sufriera de una terrible devastación que casi la destruyo por completo. Ahora, la parte histórica de la ciudad ha sido reconstruida, mientras que a su alrededor se ha asentado una contrastante modernidad. Ahora las calles principales están llenas de tiendas (incluso un par de Starbucks) y la verdad se me iban los ojos con las cosas que veía en los aparadores. Lamentablemente las tiendas permanecen cerradas los Domingos, pues según la tradición Luterana, el domingo debe ser dedicado a la familia y a Dios.
Después de un agradable paseo por Stuttgar, Hubert y yo paramos en el Deli a tomar un café y platicar de lo que había sido mi visita y planificar las acciones futuras. Yo no pude perder la oportunidad de probar el clásico «apfelstrudel», el cual por cierto es delicioso en ese café en el que estabamos.
Stuttgart
Así pues, ese domingo por la tarde Hubert y yo nos despedimos en la estación del tren de Stuttgart. Yo regresé a Tübingen para pasar mi última noche en Alemania. A la mañana siguiente muy temprano emprendí el regreso a Monterrey.