El Halloween y las almas en pena


Entrada dedicada a
Jaime Campos quien personalmente me solicitó que escribiera más seguido en este blog. ¡Gracias Jaime! Prometo darme tiempo.

Desde mi época de estudiante en Chicago le tomé mucho cariño al Halloween. Creo además que este es un sentimiento generalizado entre la comunidad trans debido a la concepción social del evento.

Y es que en Halloween es socialmente aceptada la transgresión, entonces cualquiera puede dar rienda suelta a sus más alocadas fantasías para, por una noche, ser un superheroe, un personaje de la televisión o simplemente salir del closet por esa noche sin ser juzgado y por el contrario, ser acobijado por la aceptación social de «en esta noche todo se vale».

Es así como muchas personas trans aprovechan esa noche para liberarse y sacar del closet su verdadera identidad sin mayores riesgos que el ser recordados por el atrevimiento. Por lo menos eso fue lo que yo sentí en aquel Halloween de 1998 cuando por primera vez decidí expresar mi feminidad en público. Aún recuerdo toda la emoción y al mismo tiempo miedo que me causaba el salir a la calle y que la gente viera a quién realmente existía dentro de mi. Pareciera entonces que el Halloween era al único día en el que el mundo podía ver a mi verdadero yo y que una vez terminada la noche tendrían que conformarse con ver a la caricatura cotidiana correspondiente a un engaño permanente, pero socialmente aceptado.

Para mi esos días afortunadamente terminaron y ahora disfruto el Halloween como lo que debe ser: una noche de esparcimiento. Sin embargo, hay muchas personas que aún se encuentran en una situación en la que no les es posible ser aceptadas socialmente y aprovechan el Halloween como un día de liberación. Por ello, cada Halloween abro los ojos y miro a mi alrededor en busca de esas almas en pena…


Fotos de Halloween 1998 (izq.) y 2010 (der.)