Diminutivitis

Desde hace ya algún tiempo vengo notando la forma en que la gente habla abusando del diminutivo y, honestamente, ya me tiene harta. La explicación que doy a este fenomeno es la severa depresión en la que viven (muchos sin saberlo) miles de Mexicanos. A continuación les explico más a fondo mi teoría.
El primer signo de esta diminutivitis que azota a la población Mexicana viene de la mano con el incremento de la inseguridad y la violencia. Es aquí donde la gente, víctimas del miedo, comienzan a referirse a los maleantes como «malitos». A mi me daba risa cada vez que escuchaba a alguien decir que fulanito estaba metido con los «malitos», cómo si dicha persona estuviera detrás de nosotros y se fuera a ofender por referirnos a él o ella como un maleante. En ese momento dejé pasar este síntoma, pero la enfermedad se agravó…
Más adelante, hipersensibilizada  a los horrores lingüísticos, empezó a causarme molestia las constantes referencias hacia personas obesas como personas «un poquito gorditas». No me cabe en la cabeza cómo, ante la terrible epidemia que tiene a nuestro país en primer lugar mundial de obesidad, la gente no es capaz de enfrentar sus miedos y su realidad, y llamar a las cosas por su nombre: !los Mexicanos somos una bola de gordos!

La gota que derramó el vaso fue la semana pasada, cuando fuimos mi esposa y yo a desayunar a IHop, que el mesero que nos tocó estaba sufriendo de un caso de diminutivitis aguda. Todo comenzó cuando nos ofreció un «cafecito». Esto, para alguien como yo que toma más café que un velador, fue un sacrilegio. Así pues, le pedí al mesero que mejor me trajera un «cafezote». Lamentablemente mi petición no fue cumplida pues, al parecer, las tasas del IHop sufren de diminutivitis crónica. El colmo fue cuando el mesero nos preguntó cómo queríamos nuestros «huevitos», a lo cual yo estuve a punto de contestar con una bofetada. Logré mantener la calma y preferí sacar mi frustración al momento de pagar la cuenta dejandole al mesero la «propinita» que se merecia.
Así pues, no se si efectivamente estaré pasando por un episodio de hipersensibilidad lingüística, pero me temo que no. Los signos son claros y la razón aparente: los Mexicanos lidiamos con nuestros problemas evadiendolos y minimizandolos.