Sobre mi aparición de hoy en «El Norte»

Después de mucho esperar (más de un año me parece), finalmente el periodico «El Norte» publicó la nota sobre mi transición en su sección «Perfiles». Creo que esto es un gran logro, dado que la cultura Regimomontana rara vez se atreve a reconocer la existencia de personas de la diversidad dentro de su sociedad tradicionalista. Por ello, agradezco ampliamente al reportero Jorge Alberto García por haber luchado para que la nota no quedara «enlatada».
Ahora bien, la nota es un compendio de anecdotas que, ciertamente, resaltan aspectos clave de mi transición: toma de decisiones, generar el valor necesario para enfrentar dichas decisiones, encontrar el apoyo en familiares, amigos, colegas, etcétera. Igualmente, la nota hace patente el gran impacto que ha tenido en mi vida el hecho de encontrar concordancia: he logrado quitarme el lastre y ahora puedo enfocarme en ser una persona de éxito.
Sin embargo, hay algo fundamental que demerita el artículo que hoy apareció: haber incurrido en el típico cliché morboso del «antes y después», así como en el del famoso tema de «la operación». Lamentablemente, ese es el precio que tenemos que pagar las personas transgénero para poder ser objeto del interés de los medios de comunicación. De alguna manera tenemos que «pagar el derecho de piso» y, sinceramente, nada vende mejor que el morbo. Por ello, se tomaron la molestia de buscar entre sus archivos una foto de alguna entrevista anterior que nos habían hecho a algunos profesores del Cinvestav en el 2006 (previo a mi transición) y la incluyeron en la nota de mi perfíl actual.  Por otro lado, la cuestión de «la operación» me parece irrelevante y honestamente me parece indignante que los lectores de «El Norte» tengan que saber al respecto.
Ni modo, creo que esto es a lo que nos enfrentamos quienes somos visibles y queremos hacer algo para que las condiciones de vida de las personas trans mejoren. Resulta incluso irónico que la nota destaque la problemática del reconocimiento legal de mi transición, pero insista en publicar el nombre masculino que me fue asignado por mis padres, el cual para mi ahora ya resulta ajeno la mayoría de las ocasiones. Este tipo de invasiones de la privacidad es un precio que debo pagar con tal de que esta sociedad Regimontana deje de ver a la comunidad trans como ciudadanos de tercera categoria… ¡en fin!
Dicho lo anterior, aquí les dejo la nota:

     

Juzguen ustedes mismos. Yo con lo que me quedo es con el excelente video que acompaña la nota. No estoy segura que esté disponible libremente, pues mucho del material de «El Norte» es sólo accesible por suscripción. Trataré de ver si lo puedo conseguir para compartirlo. Sin embargo, el video está disponible aquí. (ACTUALIZACIÓN 26/01/15: ya lo subí a mi cuenta de youtube. Ojalá El Norte no se queje).   Termino agradeciendo a todos los que han sido parte de mi vida en éste período de encuentro personal. Soy muy afortunada de estar rodeada de gente cariñosa, sensible, amable y comprensiva. Sin ustedes no hubiera llegado hasta donde ahora estoy.