17 años en el Cinvestav Monterrey

Gracias a todos los que me han extendido felicitaciones por mis 17 años de trabajo en el Cinvestav Monterrey. Dichas felicitaciones me han llegado principalmente por LinkedIn. Sin embargo, creo es buena oportunidad para escribir algo por aquí, especialmente algo que vaya en relación con el mes del orgullo LGBT+. Y es que recurrentemente en los conversatorios y entrevistas que he tenido en este mes surgen preguntas sobre las dificultades que alguien como yo enfrenta en la academia al ser una mujer transgénero visible y exitosa. De todo, la parte del éxito es lo que más produce escozor en muchos, y por ello tienden a construir techos y paredes de cristal a mi alrededor. Igualmente las acciones de acoso y hostigamiento han estado presentes en mi tiempo en el Cinvestav al ser alguien muy vocal en contra del machismo institucional imperante. Simplemente el sistema no está hecho para que personas como yo triunfemos. El sistema está controlado por machos mediocres que se protegen entre ellos dentro de su misma mediocridad.

Creo que las felicitaciones son más que merecidas: en 17 años he contribuido substancialmente al objetivo de excelencia académica del Cinvestav. Mis números lo confirman, pues cuento con una tasa de graduación de un doctor en ciencias cada dos años y un maestro en ciencias cada año, lo cual está al doble de los parámetros institucionales. En el Cinvestav Monterrey soy quien más alumnas y alumnos he graduado, sólo por detrás de los profesores SNI 3. Pero más allá de la cantidad, está la calidad: tengo el orgullo de formar científicos independientes, que una vez graduados se integran a otras instituciones y son exitosos por sus propios méritos. No hay necesidad de que yo tenga que estar al pendiente de mis exalumnos y hacer triquiñuelas con el sistema para inflar sus curriculums. Ellas y ellos son exitosos en México y el extranjero producto de sus propias capacidades y sus propios esfuerzos. Son mis alumnas y mis alumnos actuales los que me mantienen motivada a seguir adelante, a pesar de las injusticias del sistema. Es en ellas y en ellos que he encontrado la oportunidad de marcar diferencia y cambiar vidas de manera positiva. Estoy convencida de que ellas y ellos merecen un espacio libre de violencia y discriminación. Un lugar donde puedan desarrollar en plenitud sus capacidades, y en mi laboratorio hemos logrado crear dicho espacio. Así que mientras ellas y ellos me sigan brindando la confianza de guiarlos en su carrera profesional, seguiré trabajando arduamente por ello e igualmente seguiré luchando por extender esa vida libre de violencia y discriminación más allá de las puertas de mi laboratorio.

Nuevamente gracias por las felicitaciones.